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domingo, 28 de julio de 2013

Empacho




Hastío

Harto estoy del “dales caña”
de Almería a La Coruña,
del algodón que no engaña,
de la arena hecha montaña,
de los toros en Iruña…
Harto de quien refunfuña,
de quien critica con saña,
harto de la marca España
y la marca Cataluña
en permanente campaña...

Harto de nacionalistas,
de sus inventadas gestas.
Harto de los catequistas,
de obispos sindicalistas,
de sus vetustas propuestas.
De preguntas sin respuestas.
De patriotas deportistas
que no son tan altruistas.
Y de las casas de apuestas.
Harto de los populistas…

Harto de los pitonisos,
de profetas del fracaso,
de los falsos insumisos
que prometen paraísos
viendo medio lleno el vaso.
Harto de tanto retraso.
Harto de los indecisos
que eluden sus compromisos…
De las dudas “por si acaso”…
Del perejil en los guisos…



Harto de golpes de pecho,
de canciones en la ducha,
de que falte tanto trecho
y de poner en barbecho
las llamadas a la lucha.
De estar engordando la hucha
mientras crecen los sintecho,
de ser “hombre de provecho”,
de ejercer de radioescucha,
de mi corazón maltrecho… 

Harto del quiero y no puedo,
de telediarios de nodo,
de especular con el miedo,
de su amenazante dedo…
de tanto sabelotodo.
Harto de empinar el codo,
del padrenuestro y del credo
Harto de la vuelta al ruedo
del Mariano visigodo
aprendiz de don Tancredo… 

Harto del bipartidismo, 
de la falta de entusiasmo… 
Harto del equilibrismo 
en el filo del abismo, 
en el borde del marasmo… 
Harto de tanto pleonasmo, 
Harto de electoralismo, 
del derroche de cinismo, 
del estúpido sarcasmo, 
de lidiar con uno mismo…


Harto de que nos reprenda
el europeo iracundo,
y de tanta componenda
sin nadie que nos defienda,
ni, tan siquiera, un segundo.
Harto del sueño profundo
del ministerio de Hacienda,
Harto de tanta contienda.
y harto del hambre en el mundo
que no es ninguna leyenda…

Harto de que la Corona
confunda medios con fines.
De la valquiria teutona
que gobierna la eurozona…
De los llamados delfines…
Harto de pretextos ruines,
que la cosa no funciona
y, más bien, involuciona…
Harto de los mandarines,
del Madrid, del Barcelona…

Harto de tanto panfleto
Y harto de tanta historieta.
Del comunicado escueto,
de la falta de respeto,
de los cambios de chaqueta…
De la ventana indiscreta
y del derecho de veto.
De observarle el esqueleto
a un país de pandereta
que no puede con el reto…



Harto de prensa amarilla
que hace de su capa un sayo.
Y de tanto gacetilla
que sólo una muletilla
repite, cual papagayo.
Harto del “arte y ensayo”,
de que nos lean la cartilla,
de poner la otra mejilla
del invierno en pleno mayo
de pagar con calderilla… 

Harto de tanto embustero 
y harto de tanta mentira… 
Del catorce de febrero… 
De las gordas de Botero… 
de la libertad sin ira… 
De la gente que suspira 
por el gol de un delantero… 
De las mujeres florero… 
Del sueldo que no se estira… 
y de la cuesta de enero.




Harto de las melindrosas 
que aspiran a ser princesas… 
De las mujeres celosas… 
De las hazañas gloriosas… 
De las largas sobremesas… 
De las victorias expresas… 
De las derrotas honrosas… 
Y de inversiones ruinosas 
que vienen con las promesas 
de que cambiarán las cosas… 




Harto del “no pasarán”
de vivir diciendo amén
Del ojo del huracán
del impasible ademán,
de miradas de desdén…
Harto de ponerme a cien
pasando del ¿qué dirán?,
de las citas del Corán,
y del jardín del Edén
morada del padre Adán.

Harto de la carta astral,
de la torres de Babel…
Del pecado original…
De la corte celestial…
De los tigres de papel…
De la lucha sin cuartel
en el lecho conyugal…
De la brecha digital…
De nuestro Gran Timonel
y de la Casa Real...

Harto de las “Terras Míticas”
y de carreras frenéticas
con posturas monolíticas.
De correcciones políticas
e incorrecciones estéticas.
Harto de tantas patéticas
retribuciones raquíticas.
De las nulas autocríticas,
de las licencias poéticas
y las monsergas jesuíticas…
 

Harto de ver a becarios
trabajar de meritorios.
De leer argumentarios
del portador de incensarios,
y de chivos expiatorios.
Harto de intimidatorios
abogados y notarios
con repletos talonarios.
Harto de interrogatorios
y besos protocolarios...

Harto de los gatopardos
(que nunca ganas, ni pierdes),
de gastar tanto en petardos
de las obras con retardos,
de las uñas que te muerdes…
Harto de que no recuerdes
aquellos pesados fardos
ni aquellos hirientes dardos…
Harto de los brotes verdes
que nunca pasan de pardos...

Harto de seguirte al trote… 
De este desigual combate…
De ejercer de don Quijote 
y de jugarme el bigote 
ante cualquier disparate… 
De escuchar tanto dislate 
en labios de un sacerdote… 
De las cenas de gañote…
De los fondos de rescate... 
De perderme por tu escote...


Harto del calor, del frío,
de la angustia, la agonía…
De tanto macho cabrío
ostentando poderío,
exhibiendo golfería…
Harto de la cobardía
del capitán del navío
y del futuro sombrío.
Harto de la egolatría...
Harto de mi propio hastío…

Harto de las dos trincheras. 
Harto de los cancilleres. 
De la guerra de banderas, 
de cayucos y pateras, 
del maltrato a las mujeres. 
Harto de los sumilleres, 
de romeros y rocieras, 
de soñar con tus caderas, 
de querer que tú me esperes
y de esperar que me quieras...

© Javier Suárez Pandiello

Vagabundear, por Joan Manuel Serrat