Esculpir nubes es la forma en que trato de disfrutar mis horas de ocio. No busquéis en este espacio mis actividades profesionales. Para ello hay otros lugares. Aquí podréis encontrar sobre todo literatura (propia y ajena) y fotografía.
“Y no lo olvides: siempre llevamos ventaja
sobre el asesino. Nosotros podemos equivocarnos veinte veces, pero si acertamos
una, lo descubrimos; él puede acertar veinte veces, pero si falla una, lo
descubrimos. Es una cuestión de estadística.”
“Yo sé que el mundo se
divide entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, y mucho más después de
siete años conviviendo con el mal dentro de las cuatro paredes de la cárcel.”
“Los recuerdos vienen y
van a su antojo, nunca se sabe lo que florece en el camposanto de mi memoria.”
“Los tertulianos de la
televisión vuelven a sus casas como si nada, como si sus palabras fueran
asépticas o irreales y no tuvieran ningún efecto sobre los destinos de los
seres humanos.”
Texto elaborado expresamente para la velada poética celebrada en el Museo de Historia Urbana de Avilés el día 29 de Mayo de 2018 dentro de los actos relacionados con la exposición fotográfica "Las fosas del olvido" del fotoperiodista avilesino Eloy Alonso. organizada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, el Archivo Histórico de Asturias y la Plataforma por los Servicios Públicos de la Comarca de Avilés.
Las fosas del olvido
Ahíta está nuestra Historia de violentas embestidas, de contiendas fratricidas grabadas en la memoria, de celebradas victorias y dolorosas derrotas, de autollamados patriotas henchidos de ardor guerrero resolviendo con su acero tantas pendencias idiotas.
Herederos del dios Marte nacieron para la guerra. Fueron puestos en la tierra para ir tras un estandarte, para afianzar un baluarte, para llegar los primeros, para esquilmar caladeros, para ser depredadores, para causar sinsabores, para llenar basureros… Meros seres vengativos, rencorosos y cainitas, como simples trogloditas, insidiosos y agresivos, especímenes nocivos, caudillos de pacotilla, salvapatrias de boquilla incapaces por sistema de indultar un anatema, de poner la otra mejilla… Cuando ochenta años atrás ante las ruinas de España lanzaba Manuel Azaña, el entonces mandamás, (para algunos Satanás) su angustiosa petición, la de… “paz, piedad, perdón”, la respuesta recibida fue la de hurgar en la herida. Fue sordera y destrucción. Que en los dos bandos había gente heroica y mala gente, más cobarde o más valiente su desdicha subsistía. Y entre tanta felonía bondadosos y mezquinos, idealistas, asesinos y asesinos idealistas, milicianos y fascistas compartían sus destinos. Y al final, gentes notables, principales y mitrados, prohombres uniformados con ideas inmutables,… con el poder de sus sables pusieron fin a la guerra, con un programa mendaz para disfrazar de paz lo que tanta insidia encierra. Y comenzaron a honrar a sus mártires caídos y las fosas del olvido se empezaron a llenar. Y empezaron a vengar, de rectitud encubiertos, agravios no siempre ciertos. Borrachos de crueldad sembraron la soledad con aquelarres de muertos. Paz sin piedad ni perdón era una paz incompleta, el rumbo de una veleta en una patria-prisión que no dejó mucha opción a quien salió derrotado: o volverse un exiliado y abandonar su país o asumir el color gris y mirar para otro lado. Que las guerras dejan huellas es algo que no se duda, dejan huérfanos y viudas, rencores, odios, querellas,… Mucho se ha escrito de aquellas épocas de miedo y hambre, de miseria y de cochambre, de delatores y huidos, de guardias y fugitivos, de vidas en el alambre… Muchos años han pasado. Parece que fue un mal sueño. Y grande ha sido el empeño de darlo por superado. Fue largo el camino andado, mas la ruta está incompleta. Se debe cerrar la grieta, esa herida que aun supura, dando digna sepultura a quienes pueblan cunetas.
“Cuando los soviéticos descubrieron el campo, el artículo de Vasili
Grossman «El infierno de Treblinka» ofreció otro relato inmediato y brutal.
«Pisamos la tierra de Treblinka», escribió, «levantando fragmentos de hueso,
dientes, hojas de papel, ropay toda
clase de cosas. La tierra no quiere guardar secretos.»”
“El término «genocidio», al centrarse en el grupo, tiende a acrecentar la
percepción de un «ellos» y un «nosotros», refuerza los sentimientos de
identidad de grupo y puede dar lugar sin pretenderlo a las mismas condiciones
que pretende abordar: al enfrentar un grupo a otro, hace menos probable la
reconciliación.”
“El sol calentaba el agua;
los árboles me elevaron hacia arriba alejándome de las cañas, hacia el cielo de
color añil. Justo allí, durante un breve instante, comprendí.”