...Turismo sexual, ejecutivos agresivos e integrismo religioso...
El autor: http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Houellebecq
Reseña: http://www.lecturalia.com/blog/2009/05/28/plataforma-de-michel-houellebecq/
Algunas citas del libro:
“En ese momento, al ver a todos aquellos anglosajones jóvenes,
irreprochables y llenos de futuro, comprendí hasta qué punto el turismo sexual
era el futuro del mundo.”
“Por ejemplo, todos los antisemitas están de acuerdo en conceder a los
judíos cierto tipo de superioridad:
al leer los escritos antisemitas de la época, lo que más llama la atención es
el hecho de que se considera al judío más inteligente, más astuto, con cualidades
especiales para las finanzas y, encima, para la solidaridad comunitaria.
Resultado: seis millones de muertos.”
“Las relaciones humanas no son tan complicadas
como las pintan: a menudo son irresolubles, pero no complicadas.”
“Estaba empeñado en convencerme de que los egipcios no eran árabes.
«¡Cuando pienso que este país lo ha inventado todo!», exclamaba, señalando con
un gesto el valle del Nilo. «La arquitectura, la astronomía, las matemáticas,
la agricultura, la medicina… [Exageraba un poco, pero era oriental, y
necesitaba convencerme rápidamente.] Desde la aparición del islam, nada más. La
nada intelectual absoluta, el vacío total. Nos convertimos en un país de
mendigos piojosos. Sí, mendigos llenos de piojos, eso es lo que somos. ¡Chusma,
chusma!… [Alejó con un ademán rabioso a unos críos que nos pedían monedas].
Tiene que recordar, mi querido señor [hablaba a la perfección cinco idiomas:
francés, inglés, alemán, español y ruso], que el islam nació en pleno desierto,
entre escorpiones, camellos y toda clase de animales feroces. ¿Sabe cómo llamo
yo a los musulmanes? Los miserables del Sahara. No se merecen otro nombre.
¿Cree usted que el islam podría haber nacido en una región tan fértil? [señaló
otra vez el valle del Nilo, con verdadera emoción.] No, señor. El islam sólo
podía nacer en un estúpido desierto, entre beduinos mugrientos que no tenían
otra cosa que hacer, con perdón, que darles por el culo a sus camellos. Cuanto
más monoteísta es una religión, piénselo, querido señor, más inhumana y cruel
resulta; y de todas las religiones, el islam es la que impone un monoteísmo más
radical. Desde que surgió, ha desencadenado una serie ininterrumpida de guerras
de invasión y de masacres; mientras exista, la concordia no podrá reinar en el
mundo. Ni habrá nunca sitio en tierras musulmanas para la inteligencia y el
talento; si han existido matemáticos, poetas y sabios árabes, es sólo porque
habían perdido la fe. Al leer el Corán se queda uno impresionado por el
lamentable aire de tautología que lo caracteriza: “No hay más Dios que el único
Dios”, etc. Estará de acuerdo en que con eso no se puede ir muy lejos. El paso
al monoteísmo no tiene nada de esfuerzo de abstracción, como algunos afirman:
sólo es un paso hacia el embrutecimiento. Tenga en cuenta que el catolicismo,
una religión sutil que yo respeto, que sabía lo que conviene a la naturaleza
del hombre, se alejó rápidamente del monoteísmo que imponía su doctrina
inicial. A través del dogma de la Trinidad, del culto a la virgen y los santos,
el reconocimiento del papel de los poderes infernales, la admirable invención
de los ángeles, reconstituyó poco a poco un auténtico politeísmo; y sólo con
esta condición ha podido cubrir la tierra de innumerables esplendores
artísticos. ¡Un dios único! ¡Qué absurdo! ¡Qué absurdo inhumano y mortífero!…
Un dios de piedra, mi querido señor, un dios sangriento y celoso que nunca
debería haber cruzado las fronteras del Sinaí. Si lo piensa, ¡cuánto más profunda,
humana y sabia era nuestra religión egipcia! ¡Y nuestras mujeres! ¡Qué bellas
eran! Acuérdese de Cleopatra, que hechizó al gran César. Mire lo que queda
ahora… [Señaló al azar a dos mujeres con velo que caminaban penosamente con
unos fardos de mercancías.] Bultos. Informes bultos de grasa debajo de unos
trapos. En cuanto se casan, sólo piensan en comer. ¡Comen, comen, comen!…
[hinchó las mejillas en un gesto expresivo, tipo Louis de Funes.] No, créame,
mi querido señor, el desierto sólo produce desequilibrados y cretinos. ¿Puede
usted citarme a alguien que se haya sentido atraído por el desierto en su
cultura occidental, que yo tanto respeto y admiro? Sólo los pederastas, los
aventureros y los crápulas. Como ese ridículo coronel Lawrence, un homosexual decadente,
un patético presumido. Como su abyecto Henry de Monfreid, un traficante sin
escrúpulos dispuesto a plegarse a todos los apaños. Nada grande o noble, nada
generoso o sano; nada que pueda hacer progresar a la humanidad, ni elevarla por
encima de sí misma.»
“¿Acaso alguien le pediría a un ciego que se convirtiera en experto en
pintura posimpresionista?”
“Está claro que uno puede seguir con vida sólo porque alimenta un deseo
de venganza; mucha gente ha vivido así. El islam me había destrozado la vida, y
desde luego el islam era algo que podía odiar; durante los días que siguieron,
intenté sentir odio por los musulmanes.”
“Ay, la falta de ganas de vivir no basta para tener ganas de morir.”
“El problema de los musulmanes, dijo, es que el paraíso prometido por el
profeta ya existía aquí abajo; había sitios en la tierra con muchachas
disponibles y lascivas que bailaban para el placer de los hombres, donde uno
podía embriagarse con néctares y escuchar música de tonos celestiales; había
por lo menos veinte sitios así en un radio de quinientos metros en torno al
hotel. Eran lugares fácilmente accesibles, para entrar no había que cumplir los
siete deberes del musulmán ni abrazar la guerra santa; bastaba con pagar unos
pocos dólares. Y ni siquiera hacía falta viajar para darse cuenta de todo eso;
una antena parabólica era más que suficiente. No le cabía duda, el sistema
musulmán estaba condenado a la extinción: el capitalismo era más fuerte.”