Milonga del parado impaciente
Tengo tres licenciaturas,
de esas que hoy se llaman grados,
dos masters, dos doctorados,
innumerables lecturas,…
Me embarqué en mil aventuras
para encontrar un empleo.
Exhibí como trofeo
mi académico balance
sin lograr ningún avance
más allá de un escarceo.
Probé a salir de mi tierra
buscando oportunidades,
a explorar nuevas ciudades,
que quien no lo intenta yerra.
Mas como quien fue a la guerra
sin suficientes pertrechos,
traigo mis huesos maltrechos.
No me sonrió la fortuna.
No tuve oferta ninguna.
Esos son los crudos hechos.
Hoy, de regreso a mi casa,
maldigo mi descalabro,
otra entrevista apalabro…
¡He llamado hasta a la NASA!
Mi iniciativa fracasa
y no encuentro salvavidas.
En las cartas recibidas
lo que leo me disgusta:
mi formación “no se ajusta
a las destrezas pedidas”.
De modo que he decidido
aceptar cualquier propuesta.
Pondré un huevo en cada cesta
igual que el cuco en su nido.
Adiós al tiempo invertido.
Olvidaré mi pasado,
los estudios que he cursado,
mis ideas de altos vuelos,
mis pretensiones y anhelos…
¡Es lo que quiere el “mercado”!
Y me ganaré la vida
de la manera que sea,
bailando con la más fea
o con la mano extendida.
Me reclutará enseguida
un cazador de talentos
sensible a mis argumentos,
una vez le deje claro
que soy ese tipo raro
que no se pierde en lamentos…
Y aprenderé más oficios
no importa lo que me cueste.
Nada habrá que me moleste.
Yo prestaré mis servicios:
de probador de cilicios
de esparcidor de boñigas,
mensurador de barrigas
para sastres desfasados,
Seré el que alegre los fados
y el que dome a las hormigas.
Trabajaré sin reposo
de aprendiz de Celestina
de letrista de Sabina
de Don Quijote en Toboso.
Haré de novio celoso,
de adulador de monarcas,
testaferro de jerarcas,
imán para los demonios,
destructor de matrimonios,
falsificador de marcas.
Exhibiré don de gentes.
Haré de tahúr en casinos,
de salteador de caminos,
que sigue a bellas durmientes
o a modelos refulgentes
de las que posan desnudas,
de acompañante de viudas
chinas, rusas o abisinias,
de ministro de ignominias,
de experto en besos de Judas…
O me emplearé de portero
en burdeles de alta gama.
Seré el que le hace la cama
a la hija del financiero.
Me ganaré mi dinero
recolectando mordidas,
organizando estampidas,
eliminando evidencias,
traficando con influencias,
esparciendo raticidas…
Seré muñidor de intrigas,
seré servidor de siervos,
o viviré criando cuervos
tras las líneas enemigas.
Y recogeré las migas
y los restos del asado.
Seré un árbitro comprado
que se mostrará resuelto
a pescar en río revuelto,
a mirar para otro lado…
Viajaré por los desiertos
y perseguiré tormentas,
seré vengador de afrentas
o desfacedor de entuertos.
Seré el que entierra los muertos
al final de la batalla.
Aquel que oye, mira y calla.
Ese con cara de idiota
que está, pero no se nota.
El que ejerce de pantalla.
Y actuaré, sin nombramiento
del Secretario de Estado,
como simple delegado
de los que viven del cuento.
Y le pediré un aumento
de sueldo y si me lo acepta
concluiré que aquel que repta
y que a buen árbol se arrima
llega primero a la cima
y nunca se le intercepta.
© Javier Suárez Pandiello
"El optimista", por Chalo Álvarez y el grupo Revolcón
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