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martes, 23 de septiembre de 2014

Ojos y miradas


El miradólogo

A veces unos ojos son muros infranqueables
que ocultan sus secretos tras opacas miradas;
guardianes de misterios del todo inescrutables,
compactas barricadas.

Otras veces son vítreos prismáticos del alma
que muestran a las claras, como un innato espía,
el rencor y el cariño, la inquietud y la calma,
la aflicción, la alegría…

Todos, grandes, pequeños, verdes, negros, castaños,
entornados, saltones, almendrados o hundidos,
son lunas que se empañan y nublan con los años.
Ventanales activos

por donde entra la luz que esconden las paredes
y transmiten a diario sensaciones calladas;
terminales nerviosos conectados a redes
por distintas miradas.

Hay miradas perdidas, esquivas, extraviadas,
adustas, apagadas, huidizas, retraídas,
profundas, pensativas, tristes, decepcionadas,…
miradas desvalidas.

Hay miradas burlonas, alegres, infantiles,
cansadas, inocentes, tensas, conciliadoras,
medrosas, inseguras, afectuosas, hostiles,…
miradas soñadoras.

Hay miradas que matan y las hay que dan vida.
Miradas insumisas, escépticas, curiosas,
libidinosas, tiernas, de intención escondida,…
Miradas orgullosas.

Miradas que atraviesan, miradas que acongojan.
Miradas que amenazan, que estremecen, que asustan.
Miradas que consuelan, miradas que sonrojan.
Miradas que disgustan.

Las hay ensimismadas y reivindicativas.
Miradas de deseo, miradas de inquietud.
Miradas de reproche, miradas agresivas.
También de gratitud.

A interpretar miradas me he vuelto aficionado.
A descifrar arcanos con la cabeza fría.
He visto suficientes. Escribiré un tratado
de “miradología”.

© Javier Suárez Pandiello

"Ojos", por Los Suaves


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