No hay que
dormirse en el cine
salvo que
el sueño mejore la historia;
ni
terminar las novelas
cuya
lectura resulte aburrida.
No hay que
morderse las uñas,
las de los
pies sí que está autorizado;
ni hablar
con la boca llena,
escupiremos
confusas palabras.
No hay que
teñirse las canas,
la plata
tiene valor añadido;
ni
inventar malas excusas,
acabaremos
por no recordarlas.
No hay que
adular a los jefes,
incubaremos
embriones de ofidios;
ni
obedecer por costumbre,
igual que
fámulos de casa grande.
No hay que
creer al gobierno,
pues
siempre oculta intenciones aviesas;
ni dar el
voto a corruptos,
ante la
duda, es mejor el exilio.
No hay que
eludir compromisos,
Poncio
Pilatos no es un buen ejemplo;
ni sellar
rancios contratos,
nombres
tatuados de efímeras novias...
No hay que
estirar los idilios
si la
pasión y el deseo se agotan;
ni
edulcorar con poemas
los
desengaños y las amarguras.
No hay que
fingir los orgasmos,
aunque en
amor dicen que todo vale;
ni darle
envidia al vecino,
desengrasando
el somier de la cama.
No hay que
exhibir decepciones,
a nadie
importan los propios fantasmas;
ni sacar
brillo a laureles,
que son
fugaces las mieles del triunfo.
No hay que
vivir de recuerdos,
pudieran
darnos ataques de amnesia;
ni
arrinconar el pasado,
cometeremos
los mismos errores.
No hay que
morirse de pena,
por más
espacio que ocupe la angustia;
ni hurgar
en almas ajenas
en busca
de sentimientos ocultos.
No hay que
rendirse sin lucha
cuando la meta
merece el esfuerzo;
ni
abandonar la esperanza
de que se
aclare el futuro algún día.
No hay que
hacer caso a estos “nohayques”.
¡Que cada
cual haga lo que le plazca!
© Javier Suárez Pandiello
"La vida es un carnaval", por Celia Cruz
"La vida es un carnaval", por Celia Cruz
Muy bonito Javier.
ResponderEliminarNo hay que vivir de recuerdos....pero en el fondo, es lo que tenemos.
O.