Algunas citas del libro:
“Mi mamá decía siempre
‘niñas’ porque las niñas eran más y entonces esa regla gramatical (un hombre
entre mil mujeres convierte todo al género masculino) para ella no contaba”
“Mi abuela nunca fue
feliz con él, pues no se le parecía a su adorado hermano ni en la cama ni en la
mesa, los dos sitios más importantes de una casa,…”
“Porque si el alma
equivale a la mente, o a la inteligencia, es fácil de demostrar (basta un
accidente cerebral, o los abismos oscuros del mal de Alzheimer) que el alma,
como dijo un filósofo, no sólo no es inmortal, sino que es mucho más mortal que
el cuerpo”
“Los humanos, en el
dolor más hondo, podemos sentirnos confortados si en la pena nos conceden una
rebaja menor”
“Aunque uno no se
quiera suicidar, o no sea capaz de levantar la mano contra sí mismo, la opción
de hacerse matar por otro, y por una causa justa, se vuelve más atractiva si se
ha perdido la alegría de vivir. Creo que hay episodios de nuestra vida privada
que son determinantes para las decisiones que tomamos en nuestra vida pública”
“Vivir simplemente para
gozar es una legítima ambición animal. Pero para el ser humano, para el Homo
Sapiens, es contentarse con muy poco. Para distinguirnos de los demás animales,
para justificar nuestro paso por la tierra, hay que ambicionar metas superiores
al solo goce de la vida. La fijación de
metas distingue a unos hombres de otros”.
“Él mismo reconocía ese
defecto suyo y muchas veces dijo: ‘Soy muy buen padre, pero muy mala madre’, lo
cual quería decir que era bueno para fecundar, para poner la semilla de una
buena idea, pero malo para la paciencia de la gestación y de la crianza”
“Abrir el cajón de un
muerto es como hundirnos en esa cara que sólo era visible para él y que sólo él
quería ver, la cara que protegía de los otros: la de su intimidad”
“No hemos soñado el uno con el otro para pedir venganza, sino para abrazarnos”
“Los asesinos no han
podido exterminarnos y no lo lograrán porque aquí hay un vínculo de fuerza y de
alegría, y de amor a la tierra y a la vida que los asesinos no pudieron vencer.
Además, de mi papá aprendí algo que los asesinos no saben hacer: a poner en
palabras la verdad, para que ésta dure más que su mentira.”
“A veces, por la calle,
llora. O no llora, simplemente piensa en algún detalle del país lejano y los
ojos se le ponen rojos de visiones remotas, las conjuntivas se excitan de no
ver, y hay agua que chorrea por sus mejillas, pero no llora, digamos que llueve
sobre su cara y él deja que la lluvia lo moje, como si tal cosa.”
“Cada día estoy más
canoso, aunque no como ellos. Pero eso sí, cada cana que me crezca espero
merecérmela.”
Humor, ternura, sensatez, inteligencia...desde que leí este libro soy un fan de Héctor Abad Faciolince
ResponderEliminarEstoy de acuerdo... El próximo que compartiré es su "Tratado de culinaria para mujeres tristes".
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