Carta a una musa suplente
Querida y peculiar musa interina:
Aprecio notablemente su esfuerzo.
Usted no es la culpable de mi ruina.
A fin de cuentas es sólo un refuerzo.
Me consta que no es fácil disciplina
soplarle inspiración a algún mastuerzo.
Mi ingenio se congela y difumina.
Es como cuando sopla un frío cierzo.
¿Qué se hizo de mis bromas y mis chistes?
¿Por qué sólo compongo versos tristes?
¿será porque me falta preceptora?
No me lo tome a mal, pero deseo,
que aunque ello la condene al desempleo,
regrese de una vez su antecesora.
© Javier Suárez Pandiello
© Javier Suárez Pandiello
Se me olvidó que te olvidé, por Bebo Valdés y Diego, el Cigala
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