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miércoles, 15 de enero de 2014

De nombres propios


Milonga del alcalde y los nombres castellanos

En un pueblo castellano,
a la puerta del casino,
pegado a un cartel taurino,
y a otro de vermut Cinzano,
un aviso diocesano
anunciaba una novena
a la virgen macarena,
justo al lado de un icono
del que es su santo patrono,
el obispo San Cipriano.

Era un cálido verano.
Se llenaban las cantinas.
Becquerianas golondrinas
retornaban al solano.
El alcalde, campechano,
compartía queso y vino.
con algún jovial vecino,
forastero o transeúnte…
Siempre habrá alguien que se apunte…
Siempre habrá un misacantano…

Se llamaba Vladimiro
el ilustre regidor.
¡No encontró nada mejor!
Hoy lo pienso y aun me admiro.
Casi un nombre de vampiro
para un hombre mesetario…
Vaya juego extrafalario,
habiendo en el santoral
tanto nombre tan normal…
¡Ay, lo que cuesta un suspiro!


Casimiro, Baldomero,
Dacio, Onofre, Federico,
Fabio, Críspulo, Quirico,
Cosme, Dídimo, Rainiero,
Salustiano, Efrén, Severo,
Guido, Zósimo, Torcuato,
Zenón, Rómulo, Renato,
Blas, Nicéforo, Canuto,
Abelardo, Restituto,
Sinforoso, Calimero…

Afrodisio, Elpidio, Eustasio,
Melitón, Román, Mauricio,
Sancho, Próspero, Tarsicio,
Rufo, Trófimo, Nicasio,
Roque, Próculo, Anastasio,
Apolonio, Abel, Simplicio,
Indalecio, Heraclio, Auspicio,
Vespasiano, Adán, Nemesio,
Policarpo, Adrián, Sinesio,
Heliodoro, Evelio, Eufrasio…

Natalio, Hérmulo, Lamberto,
Gumersindo, Segismundo,
Aristóbulo, Raimundo,
Casto, Lázaro, Heriberto,
Olegario, Higinio, Humberto,
Godofredo, Obdulio, Eligio,
Primitivo, Odón, Remigio,
Vito, Fúsculo, Donato,
Gil, Sindulfo, Cucufato,
Laurentino, Rigoberto,…

¡Qué belleza, qué hermosura!
¡Qué placer para el oído!
¡Cuánto habría agradecido
más aprecio a su cultura!
Él, que sufre la tortura
de portar un nombre así,
en aquel tiempo le vi
resignado y cartesiano.
Como alcalde veterano
él ya paga su factura…

Y por si fuera poco esa
cruz que lleva en el carnet
también sufre en internet
a una esposa vampiresa.
Fue del pueblo lideresa
de la leal oposición,
conyugal confrontación
que a la gente divertía.
Con tantos nombres que había
y a ella la llaman Vanesa…



Mas, recuerdo todavía
en la playa una mañana,
castigando mi desgana
de la forma que podía.
Incesante galería
de chiquillos en faena,
de castillos en la arena,
vendedores de refrescos,
musculitos bufonescos,
bebedores de sangría…

Una Jessica decía:
“Jonathan lo lleva mal
desde que su amor Chantal
lo dejó. ¡Pobre alma mía!”
Y entre tanta algarabía
una madre destacaba
cuando a gritos exclamaba:
¡Kevin Costner de Jesús!,
¡casi me da un repelús!
¡¡¡Ese no es santo del día!!!

© Javier Suárez Pandiello

"Villatripas" por Javier Krahe (La Mandrágora)

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