Elogio de la amnesia selectiva
¡Cuánto daría porque me instalaran
un chip que controlara mi memoria!
¡Si cientos de recuerdos se esfumaran,
se escaparan de mí, se evaporaran,
a un toque en una rueda giratoria!
¿Qué precio pagaría por poder
divorciar el infierno y el nirvana?
Lo que me atormentaba en el ayer,
si el dolor es anverso del placer,
debería dejarme en paz mañana.
¡Qué estupendo sería si pudiera
segregar ilusión y pesadillas,
dividir claramente esa frontera,
conservar un conejo en la chistera
y extraviar falsedad y zancadillas!
Si los malos momentos yo borrara,
como quien elimina cicatrices,
residuos de una herida o de un tara…
Cirujano que así disimulara
las llagas con suturas y barnices.
Mas hay buenos recuerdos que merecen
mudarse a la barriada del olvido.
Momentos que también nos entristecen.
Aunque parezca que rejuvenecen
no volverán a ser lo que ya han sido
Que la memoria es una meretriz
enemiga de la felicidad,
que siega las pasiones de raíz,
nos engaña como una mala actriz
y escarba en el pasado sin piedad
Por eso necesito el microchip,
y borrar parcialmente el disco duro.
Antes de que en mi tumba pongan RIP
pretendo elaborar un videoclip
tutorial para su uso en el futuro.
© Javier Suárez Pandiello
La memoria, por León Gieco
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